Read the English version of Guardarrr #13: Tracing a garment's history here.
Me gustaría que este espacio fuera aún más material, más particular, más enfocado en los usos cotidianos del textil. ¿Y qué mejor que poniendo el enfoque en prendas concretas? No necesariamente en prendas de alto valor histórico desde el punto de vista de las curadoras de los museos. Y tampoco es necesario que sean muy especiales para sus propietarios.
No. A mí me interesan las prendas cotidianas que sobreviven. Siguiendo al argumento de Nassim Nicholas Taleb en Antifragile (2012, disponible en castellano como Antifrágil) y muchos otros antes de él, si una cosa - o idea, o práctica - lleva mucho tiempo en uso, debe ser que tiene ciertas propiedades que la distingue de otras y, de ahí, que tiene muchas papeletas de seguir en uso durante mucho más. Por supuesto, aquellas propiedades pueden ser objetivas, como una calidad superior, o subjetivas, como un significado sentimental.
Pero la tarea de acercarse a nuestras prendas más allá de identificar el tiempo que llevan en el armario suele ser algo complicada. Aquí tienes un ejemplo utilizando este bolso que lleva unas cuantas décadas en mi familia, exactamente para demostrar lo incierto y escurridizo que es este conocimiento.
Es un bolso de terciopelo con perlitas de plástico pegadas a él. El terciopelo puede que sea de algodón y no sintético tanto por la falta de un excesivo brillo y la sensación al tocarlo como por la época - mi abuela lo compró en Alemania del Este en los años 1970. Ella no recuerda qué año fue exactamente ni hay fotos bien fechadas. De hecho, ya hace años pienso en lo que ganaríamos si toda la ropa llevara el año de su producción en la etiqueta, como el año de impresión de los libros. Por ahora aquello se encuentra sólo en algunas piezas de vintage y haute couture.
Ésto, por supuesto, me lleva al tema de las etiquetas… Ya lo sé. Son horribles. Enormes. Inútiles. Pican. Y las cortamos, dejando la prenda con aún menos información. La solución que parece implementarse muuuy poco a poco es estampar la información relevante en el interior de las prendas, ya que tiene el beneficio de no tener aquel incómodo apéndice y no mezclar materiales en una prenda siempre y cuando los tintes sean cuidadosamente elegidas.
Pero este bolso no lleva ninguna etiqueta o indicación de marca. A lo mejor en su momento tenía una en la costura de su forro pero el forro original lo cambiamos hace unos diez años ya que tenía agujeros. También proviene de una época y un país que no tenía la misma noción de marca que tenemos ahora.
Aún así, yo tiendo a creer que es de producción industrial y no artesana ya que (a) las perlitas son de plástico, (b) han sido fijadas con pegamento y (c) parece claro que la tela ha sido acabada antes de ser cosida pero con este diseño exacto de bolso en mente.
Además, sabemos que no es un objeto único artesano ya que de aquel viaje mi abuela trajo tres bolsos muy parecidos, uno grande para ella y dos más pequeños, cada uno de su color, para sus dos hijas pequeñas. Aquí me tenéis a mi en 1991 jugando con el bolso que fue de mi madre:
La forma es muy sencilla, son rectángulos sin particiones ni bolsillos. La forma de cierre original fue un cordón envainado, formando un saquito una vez cerrado. Igual que la sencillez de la forma, el tamaño del bolso “adulto” es muy curioso, más cercano a una tote bag de ahora y no un bolso de señora. La ausencia de particiones o bolsillos y el color oscuro del forro hacen que sea un ejemplo excelente de los bolsos donde entra todo pero luego resulta imposible encontrarlo.
Claramente no fue hecho para ser un bolso de todos los días: es inseguro en cuanto a los carteristas, el terciopelo se gasta y las perlitas se caen incluso en la ausencia de unas manitas ansiosas que las vaya rascando. Pero es grande y no muy chic, no es un bolso para salir. ¿A lo mejor un complemento para el veraneo en un balneario? ¿Un bolso para las primeras hippies socialistas pero producido por el régimen?
Y es aquí donde quería llegar, a esta falta de conocimiento. Aún conociendo la persona que lo compró nuevo, ni ella ni yo sabemos dónde exactamente está hecho, por quién, de qué materiales y con qué funcionalidad.
En cuanto a los aspectos menos filosóficos de la larga vida de este bolso, las asas están tan desgastadas que seguir utilizándola tal como está ya no es buena idea, y yo tampoco tengo claro cuál sería la mejor manera de intervenir para darle unas cuantas décadas más de vida.
Coge las prendas más antiguas que tienes a tu alrededor y explóralas. Si aún queda gente que las adquirieron o hicieron, haz preguntas. Busca fotos. Ponles una fecha. Y dales todo el amor en forma de cuidados y arreglos.
Salvemos a las abejas + la mejor novela para entender a nivel visceral cómo podría ser un futuro sin abejas es Generation A (2009, disponible en castellano como Generación A) de Douglas Coupland
Cómo lavar las compresas de algodón reutilizables
Después de haber mencionado el proyecto de una mono único la semana pasada, me he quedado pensando en la posición de “rechazar tantas opciones” (rejecting choice) que promueven las creadoras del Jumpsuit: “Although it may seem as if we have endless choices of what to wear, as if our ability to choose is part of what makes us free, we really only have the choices that the market makes available to us […] we must buy new things, and we must buy more” + para más contexto sobre los beneficios que nos podría traer el mono único, The Millennial Vernacular of Fatphobia)
“As we prepare to stagger out, blinking and confused, into hot vax summer, we need to agree that we’re all going to lean into compassion. For each other, but especially for ourselves. We’re re-learning normal. We’ve survived a collective trauma. It’s going to get easier but it’s not particularly easy right now, even though there is so much joy and relief. And if you’re someone who turns to body checking (or body shaming, restriction, and so on) when things are not easy, this is a high trigger time. So if you can, check in with the friends you’re going to see before you see them” + referencias a unas increíbles influencers de tallas grandes de Instagram: Why Is Getting Dressed So Hard (Part 1) + Why Is Getting Dressed So Hard (Part 2)
Lo fácil que sería hacer reutilizables y más duraderos los objetos de día a día: DIY Reusable Swiffer Duster from an old T-Shirt + como se debe hacer prototipaje en condiciones: Girl Crush: On designing our women’s climbing pants
+ Laziness Does Not Exist: “If a person’s behavior doesn’t make sense to you, it is because you are missing a part of their context.”
¡Y hasta aquí por ahora! Esperando que hayas disfrutado leyendo el boletín de esta semana y me encantaría saber qué te ha parecido, las historias de la prendas antiguas o cualquier otra cosa que Guardarrr te haya sugerido… ya sea aquí en los comentarios, en Facebook o Instagram, o por e-mail luize.ratniece [a] gmail .com
Guardarrr es un boletín semanal bilingüe dedicado a la sostenibilidad y conciencia textil, escrito por Luīze Ratniece, socióloga y activista textil afincada en Barcelona. Guardarrr es tanto una herramienta de reflexión como un canal de crowdfunding para la app que Luīze está desarrollando. Si lees el boletín y te resulta interesante, considera, por favor, pasarte a la versión de pago para financiar este proyecto con la cantidad que equivale un café + bollo al mes. ¡Cada subscripción llena mi corazón con agradecimiento y ayuda a seguir, muchísimas gracias por estar aquí conmigo!