Read the English version of Guardarrr #27: The spares and the just-in-case here.
Yo soy de tener cuanto menos. Mi vida es más fácil si tengo un pañuelo en uso, un bálsamo labial, una gamuza de gafas, un bolígrafo, una crema de manos... y unas gafas.
Sé que hay personas (¡hola, mamá!) para quienes es más fácil tener numerosos duplicados por todas las ubicaciones estrategias - en la mesilla de noche, en el escritorio, en la cocina, en el baño, en el bolso, en el coche - para no tener que llevar aquel objeto único de un lado para otro constantemente. Entiendo el argumento pero a mí lo de tener 3 barras de cacao, 5 cremas de mano abiertas y 4 gafas me abruma. Tengo muy claro que tener sólo una cosa cuando se puede es lo más fácil para mí.
Cuando tengo más (¡hola, Navidad!), me entran unas ganas tremendas de gastarlas o re-regalarlas cuanto antes para volver a un equilibrio de mínimos.
Ojo, no es un problema de repuestos. Cuando sé que lo voy a utilizar en el futuro, después de acabar el actual, me llena de orgullo y satisfacción de estar haciendo bien lo de ser una adulta respetable que no se va a quedar sin el fregaplatos, pasta de dientes o el papel higiénico. Pero, por favor, no me hagan decidir cómo rotar cosas muy parecidas en su utilidad (y no me regalen bufandas, que ya tengo un problemón cuál ponerme).
Y así vivía hasta que la vida decidió ampliar mis miras y enseñarme algo nuevo.
Estaba enfrente de mi ordenador un día por la mañana, preparada para un gran día de trabajo desde casa, cuando, al limpiar las gafas, de repente la montura estaba rota y tenía en mi mano un cristal suelto. ¡Ah!
Llevo gafas desde los 3 años, tengo una fabulosa combinación de hipermetropía y astigmatismo que hace que vida análoga sin gafas con distancias y tamaños medios es posible pero lo pequeño (la lectura, escritura, dibujo, costura) y lo digital, sin importar mucho el tamaño de la pantalla, se me hace muy difícil.
Pues procedí a posponer todo el trabajo de aquel día y acudir a una óptica donde me aumentaron la graduación y encargué las nuevas gafas. También me dí cuenta que, aún después de todos estos años de inquietudes ecologistas, no las aplico a las gafas. Sigo eligiéndolas como si fuesen mis primeras, sólo por el color y la forma, sin preguntar de qué, dónde y por quién están hechas. Pedí todas las capas protectoras, solté todo mi dinero y me las prometieron para dentro de una semana.
Sólo al llegar a casa y sentarme enfrente de mi ordenador me dí cuenta de la pregunta clave que no había hecho: ¿y cómo vivo una semana sin gafas?
No se me habían roto las gafas desde la guardería. Todos los cambios de gafas en edades adultas los había hecho con las gafas anteriores aún en uso. No estaba preparada para esto.
Eché Sugru a las gafas antiguas y las dejé a secar, aunque sin mucha esperanza que fuera una solución real. Tal que así:
Aquella primera tarde la pasé trabajando con las gafas de sol que están bien graduadas pero sin ningún deseo de seguir haciéndolo durante más días. Las lentes polarizadas no son óptimas para las pantallas, obviamente.
El día siguiente logré a hacerlo todo con la montura sugru-eada, que se colapsó justo al entregar el proyecto del día a las 18:30. Aquel fue el momento de volver a la óptica y pedir milagros… ¡y los tuvieron!
Mis fantasías iban por el lado de las lentillas (que nunca he probado), imaginando un sótano mágico de todas las graduaciones dónde sólo hace falta bajar y elegir las correctas para salvar gente como yo de más sufrimiento. No. No es así. Unas lentillas con mi graduación tardan lo mismo que unas gafas, pero descubrí que los ópticos tienen un truco de reutilización del cuál no tenía ni idea aún después de mis 30+ años de gafotino.
¡Si los cristales están bien, buscan una montura de forma muy parecida pero un pelín más pequeña y, básicamente, liman un poco los cristales para que quepan bien en esta nueva montura! Tardan sólo unos minutos, se hace en la tienda y sólo se paga la nueva montura.
Pues salí de la óptica con mis nuevas-viejas gafas flipando de felicidad de haber encontrado una solución al problema, y en aquel momento me importaba más bien poco que dentro de unos días tendría que volver a por mi segundo par:
Y, en cuanto a la inconveniencia de tener dos gafas, primero, está claro que las nuevas-nuevas gafas son mis gafas primarias ya que la graduación es mayor y veo mejor, y los cristales son nuevos, de ahí que no tengo aspiraciones de ponerme las dos por igual, y segundo, el conflicto de tener un segundo par me lo arreglo la óptica diciendo muy seriamente que, al tener mi graduación, no se puede tener sólo unas gafas.
Ella hizo un reframing para mí, pasando a presentar esta multi-tenencia no como un capricho absurdo con la obligación de amortizar y desgastar los dos objetos por igual, sino como un repuesto sensato que hay que tener. Un por-si-acaso que tiene todo el sentido del mundo.
En este proceso aprendí de golpe tres cosas más que los últimos 30 años no me habían dejado tan claro:
(a) dependo mucho de mis gafas, es un gran privilegio poder tenerlas, y una buena aspiración financiera es siempre tener suficientes ahorros por si hay que comprar unas gafas (la otra aspiración básica para la gente que vivimos lejos de nuestras familias es siempre tener suficientes ahorros para comprar un billete a casa),
(b) la manera más fácil de encontrar unas gafas parecidas a las anteriores es sacar el cristal y pedir una forma similar, es más fácil que ir guiándote por las monturas,
(c) al romperse unas gafas - igual que con todos los otros rotos - la primera pregunta a alguien que sabe de esto debe ser si se puede arreglar… porque a veces se puede.
Taller de visión del armario perfecto con collage | 19 de enero en Centre Cívic Trinitat Vella - Espai Foradada, Foradada 36, Barcelona.
Intercambio de ropa | 22 de enero en Centre Cívic Trinitat Vella - Espai Foradada, Foradada 36, Barcelona.
La COP-26 y la lección de un dinosaurio + Cambio climático: el 'lobby' de los combustibles fósiles muestra su poder en Glasgow + una explicación de la inacción, la de siempre: “[Según un conjunto de previsiones] las acciones canadienses, británicas y europeas obtendrán mayores beneficios en comparación con el escenario sin cambio climático. El cambio climático es una mala noticia para los inversores en renta variable de los mercados emergentes, y el mayor golpe lo recibirán India, Brasil, México y Sudáfrica.”
¿Cuántos envases teníamos que recuperar? “Si analizamos los flujos de residuos resulta que en la basura de los españoles hay hasta 4 veces más residuos de envases de los que Ecoembes estaría entregando a sus recuperadores homologados” + [Podcast] 5. Tráfico de residuos plásticos con Patricia Villarrubia.
Ya puedes hacer la compra con tu propio táper o bolsas reutilizables… bueno, poder se ha podido siempre, pero ojalá vuelva más normal “reconoce[r] al comprador el derecho a poder hacer sus compras sin verse obligado a transportar a casa envases de un solo uso, que se convierten en residuo casi al instante”.
Welcome to AirSpace: “The homogeneity of these spaces means that traveling between them is frictionless [...] It creates you going to the same place all over again [...] You might not even realize you’re not where you started” + The Tyranny of Terrazzo: Will the millennial aesthetic ever end? “If you simultaneously can’t afford any frills and can’t afford any failure, you end up with millennial design.” + Why Millennial Pink Refuses to Go Away + Koolhaas, Rem. 1995. The Generic City.
An instant classic always worth revisiting, especially taking into account all the alarmism-is-bad-for-you-and-your-message debate: The Uninhabitable Earth.
I yearn for a world of more diverse textile news, so here you have these two rich texture beauties from 2020: Nicky Hilton is fighting climate change by wearing vintage Chanel and Yarn made from human skin could soon be stitching up your wounds.
About our perceptions of sustainable eating, romanticization of the past, and overall just too good to miss: The Fallacy of Eating The Way Your Great-Grandmother Ate.
¡Y hasta aquí por ahora! Espero que hayas disfrutado leyendo el boletín de esta semana y me encantaría saber qué te ha parecido, ya sea sobre los repuestos o cualquier otra cosa que Guardarrr te haya sugerido… ya sea aquí en los comentarios, en Facebook o Instagram, o por e-mail luize.ratniece [a] gmail .com
Guardarrr es un boletín semanal bilingüe dedicado a la sostenibilidad y conciencia textil, escrito por Luīze Ratniece, socióloga y activista textil afincada en Barcelona. Guardarrr es tanto una herramienta de reflexión como un canal de crowdfunding para la app que Luīze está desarrollando. Si lees el boletín y te resulta interesante, considera, por favor, pasarte a la versión de pago para financiar este proyecto con la cantidad que equivale un café + bollo al mes. ¡Cada subscripción llena mi corazón con agradecimiento y ayuda a seguir, muchísimas gracias por estar aquí conmigo!